Zerolo: uno más, nada menos, todo corazón

Decir adiós es una de las tareas más difíciles de esta vida. A veces no es necesario, a veces es imposible. Con Pedro, en su caso, no quiero despedirme del todo pero tampoco quiero (porque él no lo querría) que el duelo me sea eterno.

Escucho su apellido, Zerolo, y no puedo evitar emocionarme. No tengo miedo a hacerlo, creo que la emoción nos hace grandes, que un mundo sin emoción no merece la pena. Admito, no obstante, que me emociono mucho más de lo que jamás había pensado, que con tan solo escuchar o leer su nombre, con ver su foto (sobretodo si es con Jesús, su eterno cómplice), mis ojos y mi pecho ya no atienden a la razón, bendita sensibilidad la que vence querido Pedro, bendita sensibilidad. Si pudiera escucharme le diría una sola frase cimentada en todo lo que siento y he visto sentir desde su marcha, esa misma marcha que lo ha hecho aún más eterno, le diría: «¿ves Pedro? contigo triunfó la belleza, tu lucha nos ha hecho más felices».

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Se va Zerolo y nos deja éxitos con los que no nos atrevíamos a soñar y por los que él lucho hasta que, por fin, nos atrevimos. Nos deja el valor  de acercarse a quien quiera que tenga algo que decir y una infinidad de caminos impulsados por su sonrisa y su tesón, por su convicción y su abrazo, por su activismo, por su «socialismo afectivo» que no entendía de discriminaciones y si de Plena Ciudadanía, caminos que no existirían hoy sin él y que otros debemos concluir. Zerolo llegó del país de las utopías para hacernos ver que estaban al alcance de la mano.

«Ámense, sin miedo, ámense, nada debe ser más legal que el amor», decía, y hace diez años ya, justo ahora, que el amor, en todas sus formas, es legal en España. Puso la cara por todos los Derechos que se vulneraban y destapó así a aquellos que se decían demócratas sin serlo al querer partírsela. Para entonces ya no estaba solo, ya jamás estuvo sólo. Tras él, en mareas que no se escondían ni tras armarios ni tras las puertas, millares de personas demostraron que el agua puede desbordar cualquier barrera, que los argumentos se filtran por la carne para llenar de luz nuestras almas. Su hueco en las manifestaciones será el más difícil de llenar en la joven historia que viste de libertad a este país, lo buscaremos en los rayos de luz, en las nubes aladas, en las frases bellas, en cualquier lugar salvo en las sombras, lo sentiremos para siempre como él siempre se sintió, como uno más, nada menos, como el latido que marca el ritmo de nuestra convicción.

Encima de la mesa hay la promesa de una plaza con su nombre, continuar su lucha, no echar de menos su calor. Ayer un homenaje sincero con muchos y con muchas, con casi todas y con casi todos, grandes entre iguales como él hubiera querido, con sonrisas, con emoción incontenida, con respeto, «contigo». Inter pares (entre otros muchos):Antonia (San Juan), Pedro (Sánchez), Jose Luis (Rodriguez Zapatero), Boti, Cándido (Méndez), Ángel (Gabilondo), Puri (Causapié), Carla (Antonelli), tus Coordinadores y Coordinadoras Federales, tus colectivos, Patxi (López), Ibán (García), Micaela (Navarro), Trini (Trinidad Jiménez), Izaskun Bernal (presente en muchos) y tus inseparables apoyos, Rosa Laviña y Miguel Ángel Fernández; con un latido más que el resto, con toda su belleza como ser humano más elevada que nunca, arropado y querido, centro de todos los presentes, Jesús Santos. Carmen Cerdeira contigo y tú, Pedro, en todas partes.

No quedaba prácticamente nadie por salir, el ambiente olía a vida, nadie despidió a Zerolo, nos dedicamos a celebrarlo, a celebrarlo como un nuevo activismo, como una nueva causa, como un acto de Justicia madura, imbatible, preciosa…lo que daríamos por sentir tanto la vida como él lo hizo. Celebrar la vida como premisa, que nadie nos haga legítimo su frío, la revolución es ser, sentir, amar…vivir. A unas paradas de metro y unos pasos, cuando creíamos mi pareja y yo que nos estábamos dejando llevar, llegamos al número 5 de la plaza de Chueca de la manera más directa posible, la misma con la que Pedro te llegaba al corazón, y del corazón de muchos había brotado un recuerdo sencillo, espontáneo, único, tan sincero como lo fue Pedro en vida, tan inagotable como su legado. Volví a llorar y a sonreír, porque las lágrimas por un ciudadano tan irrepetible son siempre de alegría aún cuando se cargan los hombros de ausencia. No adoraré a falsos ídolos, abrazaré el coraje indómito de un icono, de un arquetipo moderno, de un justo al que algunos llamaron verso y que será siempre poesía.

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Farid Othman-Bentria Ramos

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Publicado el 07/02/2015 en Uncategorized y etiquetado en , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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