Diáspora Tingitana

Diáspora Tingitana

Tánger

Si bien parece atrevido hablar de «Diáspora Tingitana», lo cierto es que es una verdad sociológica.

A día de hoy, Tánger, con entre millón y medio y dos millones de habitantes, es una urbe que tiende a reinventarse intentando (por fin) no perder de vista su pasado y la herencia cultural recibida de éste. Sin embargo, durante los últimos 35 años (aproximadamente)se han dejado demasiadas cosas atrás, la población que había recibido dicha esencia socio-cultural de la ciudad ha disminuido hasta aproximarse al 20% debido tanto a la migración interior, que ha aumentado el porcentaje de población marroquí de origen externo a la región, como al constante éxodo de los diferentes núcleos de población que han conformado durante siglos (sobretodo en la época del Estatuto Internacional) el especial carácter de la ciudad.

Todas las comunidades que emigraron durante la larga época de recesión, han conformado una diáspora que tampoco reconoce a Tánger en la ciudad actual, ya que el principal patrimonio de la ciudad era su sociedad abierta e intercultural y esa sociedad dista de la actual, mucho más tradicional y menos cosmopolita que la anteriormente citada. Esta sensación también suele ser común en las familias que se quedaron en la ciudad y que siguen viviendo allí. Ese constante mirar al pasado con nostalgia y el, no menos constante, orgullo de los hijos e hijas de Hércules, dan forma al carácter de la ciudadanía tangerina que vive en la diáspora tingitana que reside en el exterior tanto como en la más cruel diáspora interior de los que siguen viviendo en una ciudad que reconocen sólo a medias.

Gracias a las redes sociales la diáspora tingitana ha tomado, al menos, conciencia de serlo, y ese reconocerse en una comunidad más amplia ha eliminado parte del pesimismo asociado a la nostalgia. En los últimos años (casi que diría meses) se han ido dando pasos que también acercan a un moderado optimismo con respecto al futuro de Tánger y a la presencia que podrían tener en éste algunos elementos de la diáspora. Grandes símbolos del patrimonio tangerino y de la memoria histórica de los herederos del Tánger Internacional que estaban a punto de desaparecer están siendo objeto de protección por parte de las autoridades, algo que, si bien no se está haciendo de la más perfecta de las maneras, es la primera acción que representa un guiño a un pasado que sería una irresponsabilidad ignorar. Cines como el Alcazar o el Roxy, edificios de lo que se denominó la Medina Nueva, etc., son un esperanzador ejemplo de estas acciones protectoras con el Patrimonio; el inicio de conversaciones, esta vez si, con objetivos, sobre el querido, abandonado e imprescindible gran enfermo de la ciudad,el Gran Teatro Cervantes, en el centenario de su inauguración, puede convertir al símbolo por excelencia de la decadencia de una manera de entender una ciudad en la gran esperanza de un futuro en el que se tenga en cuenta a los miembros de la diáspora, los guardianes sentimentales de la historia de «la más europea de las ciudades africanas y la más africana de las ciudades europeas», de la musa de artistas y gran ejemplo de riqueza intercultural, de ese fénix al que tantas veces le tocó resurgir de sus cenizas y que vuelve a amenazar, cálidamente, con reclamar a su pueblo y a su lugar en el mundo, consciente, no obstante, de los retos y las dificultades que encontrará (y encontraremos) en el camino.